En búsqueda del shamán

Es muy tarde para encontrar la senda del shamán, o quizá es muy pronto. Despierto a media madrugada, sediento de beber de la eterna fuente que emana del conocimiento, más me aflige el no tener a un guía que cuestione mis procederes, siento que mi instinto es sabio pero se desvanece en el aire, procuro pasar desapercibido pero mi conciencia se delata ante un jurado de ignorantes bastardos escasos de voluntad en el camino de las estrellas, por aquellas cosas que andan mal, me obsesiona aprisionar el conocimiento, encerrarlo en el letargo eterno de un reloj de arena, capturar todo el inmenso tiempo en un minúsculo cuerpo inerte, vaciar mis pulmones de toda la polución que cargo, y dejarme acariciar del frío de estas misteriosas noches de intimo desconcierto que evapore mis sólidos anhelos, producto de esa experiencia mística y espiritual colapsaría el sistema en mil pedazos, marcaría el inicio de una trascendencia a nivel cósmico, entendiéndose desde un punto de vista evolutivo, ya que le esencia de las personas se traduciría a un juego de minotauros descalzos que pedalean hacia la cumbre de las locuras, cegados por la buena fe y aniquilados por los malos deseos encerrados en criptas gélidas y oscuras, deshabitadas y ensuciadas por las largas tinieblas de encierro entre penurias y heladas fantasmagóricas.