velada

Demasiados cuentos para una noche

terminó en un choque enorme de emociones,

el insomnio se devoró cada hora,

delirios incesantes, estallantes sin cesar.

No importaba la tormenta,

ni la lluvia torrencial.

No faltaban las pericias,

ni la balada tropical.

Soltábamos risas y carcajadas

eternas que daban miedo,

yo en silencio y muy sereno

tú en un bullicio irracional.

Anécdotas del colegio,

horas libres y escapadas

el concierto de temporada,

y la furia extrema del metal.

Fue una platica,

casi espontánea, casi casual

pero al fin y al cabo

sembró un nuevo ideal.